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No es noticia nueva que vuelva a tocar, tampoco lo es que, después de estar internado de gravedad haya salido, pareciera, hasta ileso.
Fue raro ver cómo su viejo amigo, Palito Ortega, que fanáticos, y no tanto, consideraban olvidado y hasta poco compatible con García, haya sido el eslabón principal para que uno de los cantautores del rock nacional más importante de nuestro país, siga con vida.
Dueño de un odio absoluto, supo gritar y cantar lo que muchos querían decir en una época de censuras y de represión. Llegó a transformarse en el portavoz de los adolescentes, cansados de adolecer. Charly García no es uno más, ni lo será nunca. No solo marcó un momento en la historia, sino que, además fue uno de los personajes más polémicos de los últimos tiempos.
Su caida libre desde un noveno piso, sus manos lánguidas, flacas y desnutridas, sus papelones ante el público, peleas, y sobretodo: drogas, eran tema de crítica en todos los medios. Cada vez que Charly actuaba, hasta los fanáticos sabían que pagar la entrada era un riesgo de perder la plata. De diez recitales, se presentaba a cuatro, y de esos cuatros, dos llegaba una hora tarde o simplemente tocaba media hora, se enojaba con el sonidista, con el batero, con la gente, y se iba a los insultos.
Su voz, que supo identificar a millones de argentinos, era, hasta unos meses atrás, un sonido extraño, sus cuerdas vocales agonizaban ya gastadas de tanto hablar sin ser entendido.
Hoy, como el ave fenix, parece haber resucitado de sus propias cenizas, sorprendiendo a su antiguo público, llenándolo de nostalgias, y atrayendo a los jóvenes, tal vez ignorantes de su nombre.
Con un hit en las radios, 30 kilos de más y una mirada pacífica... Charly Garcia volvió de la muerte y está más vivo que nunca.
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